EL PENSAMIENTO DE ORDEN SUPERIOR
Entre los teóricos
más influyentes que se han propuesto definir el pensamiento crítico, se
encuentra Robert Ennis (1985). Para Ennis, el pensamiento crítico se concibe
como el pensamiento racional y reflexivo interesado en decidir qué hacer o
creer. Es decir, por un lado, constituye un proceso cognitivo complejo de
pensamiento que reconoce el predominio de la razón sobre las otras dimensiones
del pensamiento. Su finalidad es reconocer aquello que es justo y aquello que
es verdadero, es decir, el pensamiento de un ser humano racional.
Asimismo, el
pensamiento crítico es una actividad reflexiva; porque analiza lo bien fundado
de los resultados de su propia reflexión como los de la reflexión ajena. Hace
hincapié en el hecho de que se trata de un pensamiento totalmente orientado
hacia la acción. Siempre hace su aparición en un contexto de resolución de
problemas y en la interacción con otras personas, másen función de comprender
la naturaleza de los problemas que en proponer soluciones. Además, la
evaluación de la información y conocimientos previos fundamenta la toma de
decisiones en distintos ámbitos del quehacer humano, teniendo en cuenta que
nuestras conductas y acciones se basan en lo que creemos y en lo que decidimos
hacer (Beltrán y Pérez, 1996). Ennis (1985, 2011) ha destacado como nadie que
el pensamiento crítico está compuesto por habilidades (vertiente cognitiva) y
disposiciones (vertiente afectiva).
Actualmente, sin
embargo, para Kuhn y Weinstock (2002), más allá de las competencias cognitivas
o disposiciones, lo fundamental para desarrollar el pensamiento crítico son las
competencias metacognitivas y la evaluación epistemológica (pensar sobre lo que
se piensa), lo cual tiene implicaciones para la enseñanza (Nieves y Saiz, 2011).
En resumen, todas las
definiciones asocian pensamiento crítico y racionalidad. Es el tipo de
pensamiento que se caracteriza por manejar, dominar las ideas. Su principal
función no es generar ideas sino revisarlas, evaluarlas y repasar qué es lo que
se entiende, se procesa y se comunica mediante los otros tipos de pensamiento
(verbal, matemático, lógico, etcétera). Por lo tanto, el pensador crítico es
aquel que es capaz de pensar por sí mismo. El pensamiento crítico está formado
tanto de habilidades como de disposiciones, tal como lo han demostrado autores
como Ennis (2011) y Halone (1986), de conocimiento relevantes como lo propone
McPeck (1990), y competencias metacognitivas (Kuhn y Weinstock, 2002).
HABILIDADES
BÁSICAS DEL PENSAMIENTO CRÍTICO.
Una buena parte de la
discusión en torno a la naturaleza de las habilidades del pensamiento crítico
se enfrasca en contraponer la instrucción de habilidades generales contra las
habilidades específicas (McPeck, 1990; Paul, 1990; Tsui, 1999). Se argumenta
que mientras más general es un heurístico menos útil será para resolver
cualquier problema en particular. Contrariamente, mientras más específico sea
un heurístico, más garantía habrá que se resuelva un problema específico.
McPeck (1990) sostiene que entrenar en principios generales de resolución de
problemas, aún con mucho entrenamiento en ellos, es como darle a la gente un
lenguaje con sintaxis pero sin semántica, lo cual funcionaría sin significado.
Dejando de lado esta
discusión, y centrando la atención en las habilidades básicas del pensamiento
crítico, existen numerosas tipologías de habilidades de componente cognitivo.
La primera clasificación fue realizada por Bloom (1956) denominada Taxonomía de
los objetivos educativos, cuya aportación más influyente fue la propuesta de
jerarquización de las habilidades, donde la memoria ocuparía el primer peldaño,
mientras que la comprensión, el análisis, síntesis y evaluación ascienden hasta
la cúspide de la pirámide, lo cual conformaría el pensamiento crítico.
Por su lado, Piette
(1998) sugiere agrupar las habilidades en tres grandes categorías. La primera
de ellas se refiere a las habilidades vinculadas a la capacidad de clarificar
las informaciones (hacer preguntas, concebir y juzgar definiciones, distinguir
los diferentes elementos de una argumentación, de un problema de una situación
o de una tarea, identificar y aclarar los problemas importantes). La segunda
categoría abarca las habilidades vinculadas a la capacidad de elaborar un
juicio sobre la fiabilidad de las informaciones (juzgar la credibilidad de una
fuente de información, juzgar la credibilidad de una información, identificar
los presupuestos implícitos, juzgar la validez lógica de la argumentación). La
tercera categoría se refiere a las habilidades relacionadas con la capacidad de
evaluar las informaciones (obtener conclusiones apropiadas, realizar
generalizaciones, inferir, formular hipótesis, generar y reformular de manera
personal una argumentación, un problema, una situación o una tarea).
Por otro lado, existe
una clasificación que va más allá del componente cognitivo del pensamiento,
elaborada por Ennis (2011), que establece una diferencia entre dos clases
principales de actividades de pensamiento crítico: las disposiciones y las
capacidades. Las primeras se refieren a las disposiciones que cada persona
aporta a una tarea de pensamiento, rasgos como la apertura mental, el intento
de estar bien y la sensibilidad hacia las creencias, los sentimientos y el conocimiento ajeno. La segunda hace
referencia a las capacidades cognitivas necesarias para pensar de modo crítico,
como centrarse, analizar y juzgar (Bruning, Schraw & Ronning 1999).
ENNIS
(2011) DESCRIBE QUINCE CAPACIDADES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO:
ü Centrarse en
la pregunta.
ü Analizar los
argumentos.
ü Formular las
preguntas de clarificación y responderlas.
ü Juzgar la
credibilidad de una fuente.
ü Observar y
juzgar los informes derivados de la observación.
ü Deducir y
juzgar las deducciones.
ü Inducir y
juzgar las inducciones.
ü Emitir juicios
de valor.
ü Definir los
términos y juzgar las definiciones.
ü Identificar
los supuestos.
ü Decidir una
acción a seguir e Interactuar con los demás
ü Integración de disposiciones y otras
habilidades para realizar y defender una decisión. (Habilidades auxiliares, 13
a 15).
ü Proceder de manera ordenada de acuerdo con
cada situación.
ü Ser sensible a
los sentimientos, nivel de conocimiento y grado de sofisticación de los otros
ü Emplear
estrategias retóricas apropiadas en la discusión y presentación (oral y
escrita).
En
palabras de Ennis, algunas de las subhabilidades se adecuan a cualquier tipo de
pensamiento, ya sea crítico o creativo, mientras que otras, como la de
emitir juicios de valor, parecen menos importantes para resolver problemas de
física, por ejemplo.
Desde otra perspectiva, el pensamiento crítico
podría describirse a través de habilidades más generales tal como sugieren
diversos autores (Halpern, 1998; Kurfiss, 1988; Quellmalz, 1987; Swartz y
Perkins, 1990; citados en Bruning et al., 1999) como son el conocimiento, la
inferencia, la evaluación y la metacognición. Se describen a continuación:
a) Conocimiento. Es un elemento esencial para
el pensamiento, puesto que se utiliza para pensar y se genera a partir de
lo que se piensa. El conocimiento nos ayuda porque facilita la
organización de la información que nos llega (Perkins, 1987). Se trata de ver
qué tipo de conocimiento es el más rico y con mayor potencial y transfer para
resolver problemas (McPeck, 1990).
b) Inferencia. Consiste en establecer una conexión
entre dos o más unidades de conocimiento o hechos no relacionados
aparentemente, lo cual ayuda a comprender una situación de manera más profunda
y significativa. Si todas las actividades mentales implican alguna clase de
juicio, habría.
c)
Evaluación. Se refiere a subhabilidades
relacionadas como analizar, juzgar, sopesar y emitir juicios de valor (Swartz y
Perkins, 1990). McPeck (1990) argumenta que la evaluación crítica que hace una
persona sobre algo en particular está influenciada por su experiencia,
comprensión, perspectiva cognitiva y sus valores. El componente de conocimiento
que se derivará de esto, será añadido, reinterpretado y evaluado desde
diferentes perspectivas.
d)
Metacognición. Se acepta la
definición de que es el pensamiento sobre el pensamiento,
e
incluye el conocimiento de las capacidades y limitaciones de los procesos del
pensamiento humano, sin ser equivalente al pensamiento crítico en sí. La
metacognición ejerce el papel regulador del resto del sistema cognitivo,
incrementando la conciencia y el control del individuo sobre su propio
pensamiento (Justicia, 1996). Incluye la capacidad de planificar y
regular el empleo eficaz de los propios recursos cognitivos para llevar a cabo
tareas intelectualmente exigentes, además de las habilidades de predicción,
verificación y la comprobación de la realidad (Brown, 1978; Scardamalia y
Bereiter, 1985). La sustancia del conocimiento metacognitiva, tal como lo señala Flavell
(1977) viene definido por tres tipos de variables y sus interacciones: las
variables personales, las variables de la tarea y las variables de la
estrategia. Asimismo, este autor señala que el conocimiento meta
cognitivo es susceptible de acceso intencionado o automático, puede ser más o
menos preciso y puede influir consciente o inconscientemente (Nickerson,
Perkins y Smith, 1985). Los trabajos más destacados sobre metacognición se
encaminan a hacer que los individuos conozcan mejor sus propias capacidades y
limitaciones, además, para el proceso de pensamiento crítico es
esencial ya que permite supervisar si la información en que se basan las
opiniones es adecuada y si son razonables las inferencias (Bruning et
al. 1999; Kuhn y Weinstock, 2002).
Para concluir,
es necesario acotar nuevamente, siguiendo a De la Fuente (2004) y Díaz Barriga
(2001), que en un primer nivel, el pensamiento crítico estará compuesto de
habilidades analíticas, micrológicas; sin embargo, para su desarrollo pleno, es
necesario pasar a un segundo nivel, donde la persona comienza a comprender y
usar la perspectiva de los otros a fin de generar un sentido holístico de
racionalidad, pensar sobre el pensamiento, donde se requiere integrar
disposiciones, valores y consecuencias, y no sólo una serie de habilidades
técnicas discretas.
CARACTERÍSTICAS DEL PENSADOR CRÍTICO:
A partir de lo expuesto en párrafos
anteriores, se puede deducir que el pensador crítico ideal se caracteriza además de
sus habilidades cognitivas, también por su disposición y la manera en que se
enfrenta a los retos de la vida. El pensamiento crítico va más allá de
las aulas escolares; de hecho, algunos investigadores temen que lo que los
alumnos aprenden actualmente en la escuela perjudique el desarrollo y el
cultivo de un buen pensamiento crítico. Lo que caracteriza al pensamiento
crítico en la vida cotidiana incluye los siguientes rasgos (Fancione, 1990):
ü
Preocupación por estar y permanecer bien informado.
ü
Estar
alerta para usar el pensamiento crítico.
ü
Confianza
en el proceso de indagación razonada.
ü
Confianza
en las propias habilidades para razonar.
ü
Mente
abierta para considerar puntos de vista divergentes al propio
ü
Flexibilidad
para considerar alternativas y opiniones.
ü
Comprensión
de las opiniones de otra gente.
ü
Justa
imparcialidad en valorar razonamientos.
ü
Honestidad
para encarar los propios prejuicios, estereotipos, tendencias egocéntricas o
sociocéntricas.
Algunos investigadores van más van de las
características generales señaladas anteriormente, para precisar que los
pensadores críticos ideales pueden ser descritos en términos de cómo se aproximan
a temas específicos, a las preguntas o a los problemas. Los rasgos que destacan
son los siguientes (Fancione, 1990):
ü
Claridad
en el planteamiento de preguntas o preocupaciones.
ü
Disciplina
para trabajar con la complejidad.
ü
Minuciosidad
en la búsqueda de información relevante.
ü
Sensatez
en la selección y aplicación de criterios.
ü
Cuidado
en centrar la atención en la preocupación más próxima.
ü
Persistencia
ante las dificultades.
Probablemente exista una gran cantidad
de personas que tienen estas habilidades pero no las utilicen. No se puede
decir que alguien es un buen pensador crítico sólo por tener esas habilidades
cognitivas; sin embargo, sólo hace falta que encuentre motivos para
aprovecharlas. Cuando las personas tienen en mente propósitos y quieren saber
cómo los puede alcanzar, lo más probable es que quieran saber qué es verdadero
y qué no, qué creer y qué rechazar, por lo que las habilidades de pensamiento
crítico son muy necesarias. En la escuela se puede propiciar el desarrollo de
este tipo de pensamiento, de hecho existen numerosos programas que han sido
diseñados para ese objetivo (Lipman, 1998; Sáiz y Fernández, 2012; Sáiz y
Rivas, 2011). Se puede remarcar, que la mayoría de los programas consideran
fundamental el desarrollo de un pensamiento indagador, precisamente para
desarrollar las habilidades cognitivas.. En el siguiente apartado se
abordará la importancia de saber hacer preguntas para alcanzar tales fines.
LA
IMPORTANCIA DE LA INDAGACIÓN.
La indagación es parte fundamental en
el proceso de enseñanza-aprendizaje porque permite a los (estudiantes y
profesores) establecer un punto de partida para registrar los conocimientos que
se tienen en determinado dominio y para desarrollar nuevas ideas. También
provee una estructura para examinar diferentes nociones y nueva información.
La indagación, por otra parte, ayuda a
impulsar el pensamiento reflexivo y meta cognitivo. Requiere que los
estudiantes y profesores reflexionen sobre su comprensión y con ello
puedan introducir cambios y mejoras en su aprendizaje, en su pensamiento y en
la enseñanza. Por lo tanto se puede decir que el proceso de indagación
o interrogación ayuda para:
ü
ampliar
destrezas de pensamiento.
ü
clarificar
la comprensión.
ü
obtener
feedback sobre la enseñanza y aprendizaje.
ü
proveer
de herramientas para corregir estrategias.
ü
crear
lazos entre diferentes ideas.
ü
fomentar
la curiosidad.
ü
proporcionar
retos.
Los estudiantes pueden aprender mejor en un ambiente de clase
donde sus contribuciones sean valoradas. Tanto el tipo de preguntas que se
realicen, como la manera en que se formulen las preguntas y las respuestas
dadas afectan la autoestima y la participación del estudiante. Por
eso, los profesores deben proporcionar experiencias que permitan a todos sus
educandos desarrollar estrategias de
indagación y solución de problemas de forma experta, en un clima de seguridad
que permita perfeccionar el pensamiento complejo. Para ello, es
necesario conocer los elementos requeridos para realizar buenas preguntas, y
reconocer los diferentes tipos de preguntas que se pueden elaborar.
Algunos investigadores han
categorizado el tipo de preguntas de diferente manera (King, 1995; Paul, 1992,
1993; Splitter y Sharp, 1995; Wilson y Wing, 1993). Entre las categorías más comunes
se encuentran las preguntas: ordinarias, las de indagación, las complejas, las
abiertas, las cerradas, las retóricas, las divergentes y las socráticas.
Por ejemplo, Splitter y Sharp (1995)
describen cinco tipos de preguntas: las ordinarias, las cerradas, las abiertas,
las de indagación y las retóricas. Las ordinarias, son utilizadas en
cualquier situación donde se desea algo que no se tiene, como la información,
alguna dirección o comida. Se asume que la persona preguntada tiene la
respuesta al requerimiento. Las preguntas cerradas son aquellas
en cuya formulación está contenido el asunto específico que se está
averiguando. Generalmente se utilizan para recabar información, evaluar el
conocimiento previo. Las preguntas de indagación se
diferencian de las ordinarias en que el indagador no asume que la persona
cuestionada sepa la respuesta. Las respuestas pueden estimular mayor
indagación. Este tipo de preguntas, por ejemplo, forma parte del proceso de
solución de problemas. Las preguntas retóricas no se consideran en realidad
preguntas porque el que las hace generalmente conoce la respuesta. Los
profesores utilizan este tipo de preguntas para descubrir lo que sus
estudiantes saben acerca de determinados tópicos, pero no les ayudan a esos
alumnos en su proceso formativo.
En ocasiones lo que provoca respuestas
cerradas no es el tipo de preguntas que se realiza, sino el entorno en el que
son formuladas. Si en determinado ámbito realizar preguntas es una actividad
importante por sí misma y estimula a los estudiantes a usar una variedad de
estrategias que le sirvan para continuar su indagación, las respuestas cerradas
quizá puedan “abrirse”.
Por su lado, Paul (1993) enfatiza la
importancia de las llamadas preguntas socráticas. Con este tipo
de preguntas se trata de averiguar la lógica fundamental o la estructura del
pensamiento producido, lo que permite hacer juicios razonables. Paul propone
seis tipos de preguntas:
CLASIFICACIÓN
DE PREGUNTAS
1. Clarificación
|
¿Qué quieres decir con eso? ¿Podrías
darme un ejemplo?
|
2. Explora suposiciones y fuentes
|
¿Cuál es el supuesto? ¿Por qué
alguien diría eso?
|
Investiga razones y evidencias
|
¿Qué razones tienes para decir eso?
¿En qué criterios basas ese argumento?
|
4. Investiga las implicaciones y
consecuencias
|
¿Cuáles serían las consecuencias de
ese comportamiento? ¿No crees que estarías sacando conclusiones precipitadas?
|
5. Acerca de puntos de vista o
perspectivas
|
¿Qué otra forma habría para decir
eso? ¿En qué se diferencian las ideas de María y las de Pedro?
|
6. Sobre preguntas
|
¿De qué manera nos puede ayudar esa
pregunta? ¿Podrías pensar en cualquier otra pregunta que pueda ser útil?
|
Como se puede ver, las preguntas
socráticas son abiertas y su uso apropiado puede estimular la indagación y la
exploración.
Las preguntas que implican un pensamiento
complejo requieren de cierto detalle en su respuesta y probablemente cierto
tiempo para pensar y reflexionar. Habitualmente a este tipo de preguntas se les
llama preguntas abiertas y permiten una construcción personal de la información
lo cual puede generar mayor discusión y cuestionamientos. Las preguntas que no
requieren una respuesta precisa o definitiva pueden servir para comenzar una
sesión e invitar de esta manera a la reflexión.
También las preguntas abiertas o divergentes
promocionan el pensamiento libre e invitan a generar múltiples respuestas o
posibilidades. Pueden estimular la exploración de conceptos e ideas para
facilitar los procesos de pensamiento creativo y crítico, lo cual es un desafío
para el pensamiento de los estudiantes.
En resumen, las buenas preguntas
ayudan a mejorar y ampliar el aprendizaje por lo que es conveniente conocer qué
tipo de preguntas son las adecuadas para cada tipo de ambiente de aprendizaje,
de tal manera que permitan a los estudiantes relacionar sus conocimientos
previos y experiencias, formular sus propias preguntas, e incluirlo en la
planificación de su propio aprendizaje.
REFERENCIA
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http://faculty.education.illinois.edu/rhennis/documents/TheNatureofCriticalThink
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D. M. (1995): Improving high school students’ critical thinking skills. St. Charles,
Il, St. Xavier University.
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